miércoles, 15 de julio de 2009

UN TESORO EN EL FONDO DEL MAR


Amada mía:

A veces, me resulta muy difícil expresar lo que siento. Tengo una gran cantidad de palabras dulces sinceras para decirte, pero por distintos motivos y de manera inconsciente las encerré en un cofre y las arrojé al fondo del mar. Distintas circunstancias de la vida nos conducen muchas veces a ese destino negativo. Yo tengo ese problema. Tú y yo sabemos que nunca es tarde para cambiar y mejorar.

Sé que has visto alguno de esos antiguos documentales del biólogo y oceanógrafo francés, Jacques Cousteau, y recuerdas todos los preparativos que él hacía para cada investigación. Tú te preguntarás y me preguntarás, ¿qué tienen que ver esas películas conmigo? Te lo diré.

Voy a señalar alguna diferencia: Cousteau no escondía los tesoros y luego iba en su búsqueda. En cambio, mi maldito subconsciente, sí. En este relato quiero destacar que en ese cofre están mis sentimientos. Todos tenemos un baúl en el que guardamos lo más importante que queremos conservar para compartirlo con quienes nos quieren. Dicen los que saben que algunas personas transmiten lo que sienten con mayor facilidad y otros - como es mi caso desde hace un tiempo - archivamos y escondemos esas palabras por diversas causas. Ese tesoro que cada uno tenemos no puede comprarse y jamás se sabrá su valor monetario. Simplemente, está ahí, a la vista u oculto, pero está.

Tú sabes cuanto te amo. Te lo he dicho muchas veces, pero no la cantidad que tú te mereces escuchar. Además, mi corazón contiene otras millones de frases que aún no he podido ni he sabido expresar ante tus ojos deslumbrantes y tus labios muy dulces.

Pero en mi caso, y por el momento, el cofre permanece en el fondo del mar. Necesito hallarlo y llevarlo a la superficie cuanto antes. Tú esperas que sea pronto y eso me motiva aún más. Sé que la compañía de una dulce sirena como tú, es la única ayuda que necesito. Tenerte a mi lado es suficiente. Eso me daría las fuerzas para nadar y bucear a través de los siete mares, soportar los más furiosos maremotos y las tormentas más tremendas. Nada me detendrá hasta encontrar lo que estoy buscando.

Es una tarea que yo tendré que realizar solo, porque así debe ser, pero tu presencia, tus besos, tus caricias, tus abrazos, tus palabras suaves son el único apoyo logístico que me garantizarán el éxito de esta expedición llamada amor.

Autor: Pedro, el eterno enamorado

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